La talla de formación es una operación selectiva encaminada a formar un fuste continuo, derecho y vertical. Consiste en suprimir horquillas, dobles o triples guías, así como ramas muy verticales que pueden llegar a competir con la guía terminal o ramas con tendencia a engordar demasiado. No se trata, por tanto, de suprimir sistemáticamente las ramas bajas del tronco.
Las tallas pueden comenzar entre el primer y segundo año posterior a ser plantadas y se continuarán hasta que las plantas adquieran una altura de 6-8 metros con un tronco libre de las anomalías antes citadas, actuando repetidamente cada año. A partir del primer y segundo año, cuando la planta ya posee una considerable estructura, se realizan las tallas para así comenzar a conformar la planta lo antes posible. La época más adecuada es el verano, ya que la planta se encuentra con la savia activa y los cortes realizados cicatrizarán mucho más fácilmente. Pueden realizarse también en el invierno, si bien se deben aplicar en los cortes una pasta cicatrizante o mastic para evitar la entrada de patógenos. Dicha pasta cicatrizante también se recomienda utilizar en verano. En general, las tallas y podas se realizan en verano e invierno porque son las épocas en las cuáles las contaminaciones fúngicas se encuentran en período de latencia y existe un riesgo menor de infección.
Los cortes que se realicen deben ser limpios y con la herramienta debidamente desinfectada para evitar la propagación de patógenos.
Esta operación está absolutamente indicada para las plantaciones de alta densidad (500-625 pies/ha), para así obtener castaños que produzcan madera de calidad.
La poda es la operación encaminada a conseguir la supresión sistemática de ramas, para así conseguir obtener en el tronco principal una altura de 6 a 8 metros libre de nudos. Las alturas de poda superiores son frecuentemente antieconómicas, así como peligrosas si no se realizan con las oportunas medidas de seguridad.
Las intensidades de poda máximas oscilan ente 1/3 y 1/2 de la altura total del árbol, ya que si se supera este límite se puede llegar a mermar el crecimiento y se produce un desequilibrio entre la parte aérea y radical que el castaño trata de restablecer emitiendo numerosos brotes o chupones.
Desde el punto de vista selvícola, la poda debe ser una operación progresiva y de poca intensidad, por lo que se actuará tempranamente aunque manteniendo los límites de la intensidad de poda antes comentados.
Es difícil establecer un período temporal concreto para poder comenzar a podar, ya que no se trata de una cuestión de tiempo sino de conformación del propio castaño. Como regla general se toman los cuatro o cinco años. No obstante, la idea general que resume la poda para la producción maderera es la siguiente: Puesto que el castaño sigue un crecimiento tronco-cónico (de más ancho en la parte inferior a más estrecho en la parte superior), siempre se debe comenzar a podar en un sentido ascendente, de forma que podaremos las ramas más bajas cuando las ramas del siguiente nivel superior tengan un mayor vigor y producción de hojas que aquellas. Nunca se podará antes puesto que las ramas más amplias de la parte inferior actúan de soporte y de equilibrador del castaño, y si se podasen antes de tiempo podríamos producir un desequilibrio morfológico.
Así comenzaremos a podar de forma progresiva en función de observar este tipo de estructura tronco-cónica, marcándonos como límite, por ejemplo, los ocho o diez metros, puesto que implicarían unos costes de poda mayores, así como unas exigencias de seguridad superiores. Hay que recordar que la mayor productividad de madera se encuentra en los primeros cinco metros del fuste.
La poda es siempre recomendable en el castaño para obtener madera de calidad, aunque si la plantación se efectuó a gran densidad, se produce una intensa poda natural, que disminuye notablemente el número y tamaño de las ramas a podar.
En zonas afectadas por el chancro (Chriptonectria parasitica), o bien para prevenir su aparición, es preferible plantar a elevada densidad y mantener la masa densa hasta la primera clara, con los que se minimiza la realización de podas y tallas de formación que son vías de entrada de la enfermedad. En todo caso, cuando se realicen deben tomarse las siguientes precauciones:
- No podar pies afectados.
- Intervenir en verano o en invierno, en período seco y sin viento.
- Desinfectar los útiles de poda.
- Proteger las cicatrices de poda con pasta cicatrizante que contenga fungicida.
Es muy importante realizar un corte limpio y próximo al tronco, sin dejar muñones que posteriormente serían englobados y darían nudos muertos que depreciarían enormemente la madera. Siempre se respetará la verruga o cojinete de cicatrización que existe en la base de las ramas del castaño para así no hacer una sección de corte desajustada y facilitar la cicatrización.
Para podar es aconsejable el empleo de tijeras manuales de mango largo, con sistema de corte tipo deslizante tradicional o tipo cizalla. Las tijeras con sistema de desmultiplicación y mangos de 70 cm permiten cortar ramas de hasta 4,5 cm, con excelente calidad de ejecución. A nivel mecánico, pueden utilizarse también motosierras de mano o bien podadoras de altura.